Nadie sabía como, pero ella sabía que iba a estar.
El desconocer los detalles que lo harán posible, pero tener la certeza que será realidad es a lo que llaman fe, y eso a Candela Francisco le sobra.
Lo ha demostrado en muchas oportunidades, dando ventajas que sin ningún lugar a dudas, lo que provocan es que surja en ella una fuerza interior muy difícil de igualar y supere todo obstáculo posible.
Competir sin entrenador y ser campeona, jugar las últimas rondas de un torneo importante enferma y ganar sus partidas como si estuviera 100%.
A horas de comenzar el Mundial en Santiago de Compostela, quisimos conocer su sentir sobre esta maravillosa experiencia que está a punto de comenzar a vivir…
¿Con que expectativas venís al torneo?
Mis expectativas son de salir primera.
¿Conoces a algunos de tus rivales a los que te vas a enfrentar?
Si, conozco a varias por los torneos internacionales.
¿Cómo te preparaste para este Mundial?
Me estuve preparando de igual forma que para el Panamericano.
¿Que recuerdas de tu anterior experiencia mundialista?
La anterior fue en Brasil y me gustó mucho mis resultados a pesar de que hice solo 6 puntos pero subí 170 puntos de elo.
¿Que tal el viaje y la primera impresión de Santiago de Compostela?
Del viaje me gusto la pantalla y la comida y en Santiago no pudimos recorrer, porque llegamos hoy (3 de noviembre al mediodia).
Estar acá es una bendición de Dios ya que era mi sueño. Le agradezco a mi tía Sol, que nos regaló los pasajes, a mi abuela Haydee y al club de Martelli que también me apoyaron, a una señora que se llama Norma, que ni siquiera la conozco me regaló dinero y también el primo de mi papá nos prestó las valijas.
Candela es una niña, pero piensa, habla , comprende y actúa como una persona de más edad que la que dice su cédula.
Sin duda alguna, motivo más que suficiente para el orgullo de sus padres, más allá de una victoria obtenida o un premio ganado.
Su mamá la acompaña en esta aventura europea y nos dice su sentir:
Es todo un sueño. Cande siempre pensó que nada iba a detener este viaje. Ella cada día le daba gracias a Dios, creyendo por fe que iba a viajar. Justamente la fe es creer en aquello que no se ve, que parece imposible, pero que estás convencido que va a suceder.
Candela lleva su luz siempre radiante. Desde hace rato ilumina en Buenos Aires, en julio alumbró a todas las Américas.
¿Habrá llegado la hora en que esa luz interior de esta niña, llena de tanta calidez alumbre a todo el mundo?
Sea hoy o fuere mañana, vayan los mejores deseos de un gran mundial.